domingo, 11 de enero de 2009







...una vez que estuvieron solos en la habitación ella anticipo la inminente entrega, estaba nerviosa y él ansioso, la ducha fue la perfecta excusa en el afán por ganar tiempo y pensar bien su decisión.


Pese al agua helada sus deseos seguían firmes en ser liberados y no pudo mas que resignarse a darles rienda suelta.


El efecto del alcohol fue pasando a lo largo de la noche, sus deseos fueron saciados y estimulados de vez en vez, su moral se escondía bajo el colchón y su conciencia seguía ausente en algún cómodo y lejano sitio.


Después de algunas horas de frenética faena resumieron descansar para fríamente darse la espalda sin palabras o muestras de cariño, para quedar con el sabor incomodo de dos desconocidos que deben estar juntos.

A la espera del alba que deseaban no llegara quedaron los cuerpos fríos, ausentes de alma, en la misma habitación, para que al primer rayo de luz huyeran cada uno a su morada con la dignidad prostituida, la resaca moral, las ganas saciadas, el sexo dolorido y unas ganas inmensas por volverse a ver, aunque ninguno de los dos supiera donde encontrarse, aunque desconocieran incluso sus nombres...

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