lunes, 6 de abril de 2009

...

by Ari. Puebla


Aquella noche todo valio...

Se quedo con lo sabores atascaos.

Es que cuando queria forzarlo nomas no salia.

mucho menos entraba...

Esperó señales aunque fueran erradas, pero nada.

Se quedo asi, en la espera, esa donde todo ocurre, esa donde la vida pasa, esa donde no pasa nada.

Se quemo, se apago... quedo lejos, embarradito sobre el asfalto, como esos perros que a nadie le importan ni vivos ni aplastados.

Se despedieron en la fuente de agua sucia. La que apestaba cuando la echaban a andar, el sitio mas romantico del mundo...

Y luego un poco harta de despedidas, desengaños, desamores y sinsabores ya que se habia ido...

Aparecio aquel, el caballero noble del corsel blanco, el que la vida le daba... con ese se quedo, con ese vivio y con ese se murio... fue un tiempo peculiar, termino aceptando lo inevitable, la verdad amarga de saber que nunca lo amo...








jueves, 2 de abril de 2009


oh! sirena varada



silenciosa espectadora de mil encantos



de cantos tristes y acompasados



oh! sirena volando



surcando los anchos mares



¿ a dónde volar con la vida mia?



¿ a donde llevar mi ultimo aliento?



vuela, nada, anda, llega sirena mia...



hasta donde mi alma me agurada



alla por los rios profundos



alla por el Ebro helado



alla donde nos quedamos a mitad de los pilares



alla donde nos morimos previa la despedida



vuelve sirena ahogada, no te olvides de los amantes



que para condominios mi alma



y para pasiones vanas mi carne



que al final ha quedao sola y fundida en mi regaso.



siempre habra infiernos tontos dispuestos a los placeres



y despues de la pura orgia



vuelve sinrena mia



al fondo de los mares



donde mis cenizas quedan



al vaivén de las muertas olas



que a la orilla hemos de volver en forma de caracola...

miércoles, 1 de abril de 2009

by Ari. Puebla

Con la mirada difusa y los ánimos olvidados, la escoria hedorosa, los codos rotos.
Ángeles gloriosos ¿quién?, ni ella, ni aquel supieron perderse, mucho menos darse...
Millas distantes, a través de los mares, las montañas, sus ojos y las ganas, repentino resultó el encuentro:
las rosas, el vino
la cama, la carne
la ausencia, el colmo
Moralidad invisible con la luz del día.
Había llegado la hora del café, del tabaco, de morirse.
Cerrando los ojitos suspiró sus culpas. Abría las alas, en la mesita de noche olvidó las raíces.
Y voló... 
Efímero y consumado, el deseo empolvado con los años, se apagó.
La luz, el viento, la sábana, los sorbos, el alma.
Acompasados en el vals de la vieja melodía, ausencia conocida.
Un poco de él en ceniza, quedaba. 
Un poco de ella en pie, mojada.
Fusión de ascos a la vez y el final entrelazado, podrido.
Hallado inviernos después para consumir lo avejentado, con el sabor amargo de la piel.
Con el recuerdo enmohecido en el pecho. 
Que nunca fue suyo, que nunca lo fue...