lunes, 24 de enero de 2011

...Y al final "la prudencia y el recato" se quedaron solos, resultado de su misma existencia.
Pido permiso para entrar en tu vida,
lo hago amablemente para que no te alteres.

Ruego entonces, una vez que haya entrado, me permitas quedarme solo un poco: "para siempre" suena razonable.

Pido que me escuches como si fueras ciego, ellos escuchan con el corazón, tal vez así entiendas mi canto ahogado.

Sugiero que actúes como si no me conocieras, con la curiosidad permanente del saber lo que implico.

Recomiendo que memorices mis rutas, para que siempre sepas donde me has dejado, pero sobre todo, que sepas donde encontrarme, aunque no será difícil por que siempre procuro mantenerme a tu lado.

Exijo que me respires siempre... así podrás predecir mi llegada, por mi aroma, antes de doblar la esquina.

Por último, te pido con urgencia que no tardes demasiado en reaccionar, he esperado ya 312 meses y sinceramente, dudo mucho estar aquí los próximos 300...

jueves, 20 de enero de 2011

Y hablar de la cabeza suena duro,
hablar de la imaginación un tanto vago,
hablar de la mente es más seguro ...
Al corazón mejor no lo invitamos.

Por que juego con la realidad presente.
Construyendo historias que se desvanecen...

Por que al partir dando vuelta por la calle,
me quedó solamente tu recuerdo incierto.

Por que sueño en cada esquina encontrarte,
aunque estes ausente aqui a mi lado.

Por que no luché lo suficiente contra las memorias de mis actos.

Volvemos pues a la montaña de la elocuencia, nos acompaña la nostalgia ya cansada.

Hasta la más verde luce vieja, hasta la más sonriente, luce gris.
Partimos pues, al sonido del silbato... partimos allá donde siempre te encuentro, rezagado en algún recuerdo de mi corazón, ese al que no invitamos por razones... razones que se pierden en tu imaginación.

miércoles, 19 de enero de 2011

Entre pestañas y marañas me dejaste.
Encontrando tus mejores risas con ella.
Hoy aseguro que no me haces falta,
y lo aseguro por dignidad, esa que pude rescatar.
Merezco más de lo que ofreces, y ofreces tan poco que ni si quiera alcanza para todos.
Mañana que regreses al sillón de rojo, preguntarás por mi, y los demás atinarán decir que he partido, que soy feliz.
Tu dirás que te alegras, fingirás que no te importa, luego pensarás que no hubo despedida y cuando tu rostro toque la melancolía, en ese momento voy a aparecer diciendo que me ha dejado el autobús, luego tu guardarás la compostura aunque tu interior explote de emoción, al final vamos a despedirnos, cada quien irá a su casa y ya estando en la morada pensaremos en las posibilidades que existieron para nosotros, que nunca fueron suficientemente clara, que nunca fuimos suficientemente valientes y que nunca seremos suficientemente felices, tu sin mi y yo sin tí y los dos... aquí.

domingo, 9 de enero de 2011

Y fue justo en ese instante que todo se aclaró.