martes, 17 de marzo de 2009


...tendida en el viejo diván sonando de fondo el tic tac del viejo reloj de cuerda de su abuela...

Los techos parecían ahora mas altos, la casa mas fría y oscura que de costumbre, frente a sus ojos se perdían las telarañas que habitaban en las esquinas mucho antes que ella naciera, al fondo en la habitación principal el viejo cuarto de triques donde aun le aguardaban los recuerdos, las fotos empolvadas, el vestido nupcial aun empacado, juguetes de la infancia, objetos que venían de sus múltiples viajes y una que otra pena almacenada. Al lado, el baño de viejos azulejos con sus tres perfectas divisiones, un baño antiguo, grande y frío en donde las mañanas de invierno el vapor envolvía a cualquiera con sus suaves caricias, los jabones de lavanda, colonia de jazmines y la ducha ensalitrada desde la antigua tubería...La cocina detrás donde en el sitio de la estufa pereció el gran fogón que muchos manjares leñosos ofreció, el traspatio conservaba las ultimas luces del naranjo y el durazno que varios desayunos frescos soportaron, la mora seca y la casita de madera abandonada... Al frente la entrada principal con los pasillos tupidos de la hojarasca bien añejada, hasta el viento olia a viejo... El salón principal que aguardaba los muebles rusticos, el viejo y gran televisor que tanto estatus le dio a la familia, las alfombras donde te perdías dentro de sus frios y lejanos paisajes, la alacena de aluminio corroído que celosamente aguardaba las figuras de cerámica que resultaban ser la única herencia de la abuela... ¿el resto? solo eran espacios, abiertos, húmedos, oscuros que fueron complices de risas, momentos familiares y uno que otro funeral, vaya tiempos gloriosos los de entonces, hoy en la casa abandonada de la abuela donde seguro nadie buscaría, yacía sobre viejo diván un cuerpo moribundo, con las muñecas rotas y el suelo empapado, así casi al final los ojos de aquella mujer vieron entreabrirse la puerta... una luz, una sombra...


Estando sobre la cama del hospital luego de dos días volvío en si, contemplando el rostro de su amante quien al final, en efecto, le había salvado la vida, le había evitado la muerte...


¡Pues bien! -dijo ella- repara tu daño...

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